En su infancia usted escuchaba historias como la Patasola o la Llorona?

jueves, 21 de octubre de 2010

REFLEXION

Para muchos de nosotros la palabra mito significa cuento, mentira, algo no comprobado. Conocemos que los mitos y las leyendas aquellos relatos que tienen los pueblos sobre su origen. Pero en el fondo de nuestro corazón creemos que lo que es cierto, lo que llamamos verdad, viene de nosotros, de aquello que hemos  comprobado  científicamente. Pues como abogada del mito vamos a jugar por otra definición y ustedes mismos me dirán que tanto tenemos nosotros de mitológicos. Mito, sencillamente, es todo aquello que nos permite darle sentido a nuestra vida. Es como los puntos clave de los cuales nunca negamos su existencia, aquellos hechos cuyos argumentos solo pueden clasificarse dentro de los de “porque si” o “porque no”. Es muy difícil decir que el tiempo solo es un invento, para todos el tiempo lo  medimos, tenemos herramientas para hacerlo, nuestras fiestas se basan en él, nuestras acciones cotidianas dependen de él. Pero, si han estado ustedes alguna vez con alguna comunidad indígena en algún lugar de una selva tropical, podrán creerme cuando digo que el tiempo cambia, se hace más lento y muchas veces abruma. El tiempo no es el mismo, las actitudes de la gente cambian, hacen sus cosas con respecto a otras circunstancias, tienen otros puntos de referencia. El tiempo no es universal, y por supuesto nuestro tiempo no es ni el mejor ni el más perfecto, es un mito más, una forma de darle sentido a nuestra existencia. Y ni que hablar de Dios, ¿acaso ir a una misa o a un culto  no hace parte del mito de Cristo? ¿Nos comemos realmente la carne de Cristo? ¿Somos caníbales?, no, todo es un mito, no peyorativamente hablando, sino dándole sentido a lo que hacemos. Y que me dicen del mercado y del capital, vivimos imbuidos en estos mitos que tanto daño han hecho y que ni siquiera tienen cara. ¿Han visto ustedes pasar el capital por las calles? Nuestro dios es un mito, así como el dios o los dioses de los Embera, o de los Tikunas. Y lo más bello y doloroso de todo. El ser humano es tan inmensamente creativo y terrible que es capaz de darle al mundo miles de sentidos, de razones de ser, de mitos, pero a la vez tan dañino al intentar imponer a la fuerza sus verdades, sus mitos. Qué mundo tan aburrido y triste seria si solo existiera un mito al cual rendirle pleitesía. ¡Que vivan y luchen los miles de mitos intensamente, por los siglo de los siglos!

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